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La Caja de los Tesoros

El amor es Libertad....

El amor es Libertad....

A veces observo a la gente que me rodea, veo de qué manera viven su vida y de vez en cuando me paro a pensar en lo caprichoso que es el amor...

 

No creo que exista una persona que en algún momento no se haya preguntado por qué ha perdido a alguien, después de entregarse, de darlo todo, de poner toda el alma... ¿es suficiente amar para que nos amen?

 

Te pueden dar mil consejos, mil estrategias, mil pautas a seguir, pero lo cierto es que nadie posee la fórmula mágica, porque en nuestro interior existe un mundo, único y complejo donde las fórmulas dejan de ser universales, donde la esencia se rebela contra las leyes físicas y así nace nuestro ser que nos diferencia del resto de la especie humana.

 

El amor cambia, se transforma, da mil vueltas sobre sí mismo y nos lleva por un camino lleno de encrucijadas. Nos hace elegir, contenernos , ser pacientes o rebelarnos, es un tira y afloja en el cuál la victoria consiste en no tensar demasiado la cuerda, ceder antes de que se rompa, querer por encima de todo.

 

Sin embargo el amor es tan etéreo que de vez en cuando se nos escapa, simplemente se desvanece y sólo deja una huella profunda de cariño... entonces buscamos explicaciones, pero en realidad no hay ninguna, se ha ido sin más en un vuelo lento que empezó tras un recodo del camino.

 

Después de algún tiempo he llegado a la conclusión de que el amor no se puede controlar,ni dirigir,no se puede encerrar bajo llave en un cofre... porque el amor es libertad.

DAME TU LIBERTAD... (Pedro Salinas) 

Dame tu libertad.
No quiero tu fatiga,
no, ni tus hojas secas,
tu sueño, ojos cerrados.
Ven a mí desde ti,
no desde tu cansancio
de ti. Quiero sentirla.
Tu libertad me trae,
igual que un viento universal,
un olor de maderas
remotas de tus muebles,
una bandada de visiones
que tú veías
cuando en el colmo de tu libertad
cerrabas ya los ojos.
¡Qué hermosa tú libre y en pie!
Si tú me das tu libertad me das tus años
blancos, limpios y agudos como dientes,
me das el tiempo en que tú la gozabas.
Quiero sentirla como siente el agua
del puerto, pensativa,
en las quillas inmóviles
el alta mar. La turbulencia sacra.
Sentirla,
vuelo parado,
igual que en sosegado soto
siente la rama
donde el ave se posa,
el ardor de volar, la lucha terca
contra las dimensiones en azul.
Descánsala hoy en mí: la gozaré
con un temblor de hoja en que se paran
gotas del cielo al suelo.
La quiero
para soltarla, solamente.
No tengo cárcel para ti en mi ser.
Tu libertad te guarda para mí.
La soltaré otra vez, y por el cielo,
por el mar, por el tiempo,
veré cómo se marcha hacia su sino.
Si su sino soy yo, te está esperando.

nubes

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